55 Cancri e: el planeta (posiblemente) cubierto de diamantes
Este exoplaneta, ubicado a unos 40 años luz de nosotros, es uno de los más célebres por una razón brillante: podría tener una composición rica en carbono, y las condiciones de presión y temperatura serían tan extremas que parte de ese carbono estaría cristalizado. En otras palabras: diamantes.
No estamos hablando de algunas piedritas en la superficie, sino de una estructura planetaria que, en su núcleo, sería un verdadero cofre del tesoro galáctico. Eso sí: ni te acerques. Su superficie supera los 2.000 ºC y da una vuelta entera a su estrella cada 18 horas. Romántico, pero letal.
El apodo de "planeta de diamantes" no está confirmado del todo (algunos astrónomos son más escépticos), pero la posibilidad basta para que millones sueñen con minar joyas en el espacio.
HD 189733b: lluvia de vidrio… de costado
Este planeta gigante, del tamaño de Júpiter, se ubica a unos 63 años luz. Y si bien ya de por sí es notable por ser uno de los primeros exoplanetas cuya atmósfera fue estudiada en detalle, lo que más impacta es su clima.
La temperatura alcanza los 1.000 °C, pero eso no es lo peor: los vientos pueden soplar hasta a 8.700 kilómetros por hora, siete veces la velocidad del sonido. Como si fuera poco, llueve sílice fundido, es decir, vidrio en estado líquido, que es arrastrado horizontalmente por los vientos.
TrES-2b: el planeta más oscuro del universo conocido
Este mundo, también del tamaño de Júpiter, se destaca no por brillar, sino por absorber casi toda la luz que recibe. Literalmente. Su superficie refleja menos del 1% de la luz de su estrella. Es más negro que el carbón, el asfalto o la tinta.
La NASA lo describió como "más oscuro que la pintura acrílica más negra del laboratorio". No refleja nada, ni siquiera al estar a altísimas temperaturas. Su composición atmosférica es un misterio, pero los científicos suponen que está compuesta por compuestos químicos que atrapan la luz en lugar de reflejarla.
Imaginá un planeta tan oscuro que ni siquiera se ve contra el fondo del espacio. Un agujero negro visual, pero sin llegar a ser uno.
Gliese 436 b: el hielo ardiente
Este planeta desconcierta incluso a los astrónomos. Tiene una temperatura promedio de 439 ºC —más que suficiente para derretir plomo— pero, aun así, presenta lo que parece ser hielo sólido en su superficie. ¿Cómo es eso posible?
La explicación es una rareza gravitacional: la presión en el planeta es tan alta que impide que el hielo se derrita, incluso a temperaturas infernales. Así, el agua permanece en estado sólido aunque esté literalmente en llamas.
Es como ver un cubito de hielo que se prende fuego y, aun así, no se derrite. Un oxímoron planetario en tiempo real.
HD 209458b (Osiris): el planeta que se está evaporando
Este planeta, apodado “Osiris” por los científicos, está siendo despojado lentamente de su atmósfera por su estrella madre. Su órbita es tan cercana que se calienta a más de 1.000 ºC y sufre una constante evaporación de gases, que forman una especie de cola parecida a la de un cometa.
Esa pérdida constante le da una estética trágica: un planeta que se deshace a sí mismo, como si estuviera llorando su propia existencia. Y no es poca cosa: se estima que pierde alrededor de 100.000 toneladas de hidrógeno por segundo.
Es el primer planeta detectado con este fenómeno de “atmósfera en fuga”, y su historia recuerda que el universo también tiene sus dramas, sus sacrificios, sus tragedias épicas.
Más allá de lo extraordinario que suene cada caso, todos estos mundos existen. No son mitos, ni exageraciones, ni metáforas: son realidades científicas que nos recuerdan lo poco que sabemos del cosmos y lo increíblemente diverso que puede ser.