La segunda temporada de esta serie, protagonizada por Anna Cathcart, ya está disponible en Netflix. Con ocho episodios nuevos, se consolida como una de las favoritas de la plataforma.
Junto a ella, Sang Heon Lee (Min Ho), Choi Ming Young (Dae), Gia Kim (Yuri) y Anthony Keivan (Quincy) vuelven a darle vida a los personajes que hicieron de la primera temporada un éxito. Pero el gran detalle que muchos esperaban es el icónico regreso de Noah Centineo como Peter Kavinsky.
En esta nueva entrega, la trama avanza un mes después de los eventos del final de la primera temporada. Kitty Song Covey, tras ser expulsada de la prestigiosa KISS (Korean Independent School of Seoul), recibe una segunda oportunidad para regresar. Ahora soltera y decidida a dejar atrás los dramas amorosos, Kitty busca un nuevo comienzo en Seúl.
Aunque la premisa de Besos, Kitty no busca revolucionar el género, logra cumplir con lo que promete: entretener. La serie ofrece una dosis perfecta de triángulos amorosos, amistades que se fortalecen ante la adversidad y momentos de rebeldía adolescente que le añaden adrenalina a la trama.
Si bien la historia puede parecer predecible y hasta simple, es justamente ese enfoque lo que la hace destacarse. En lugar de buscar giros intensos o sorprendentes, se apoya en un tono ligero y cómico que resulta atractivo para los espectadores. La clave del éxito está en su capacidad para generar empatía y conexión emocional a través del carisma de sus personajes.
Un aspecto a destacar es el histrionismo de los actores. Sus interpretaciones logran compensar cualquier debilidad en el guion, haciendo que cada escena sea memorable y llena de energía. La química entre el elenco es palpable y eso, combinado con la belleza de las locaciones en Corea, convierte a esta serie en una experiencia visual y emocionalmente atractiva.
El escenario coreano sigue siendo un punto fuerte de Besos, Kitty. Las calles, los paisajes y la cultura que rodean a los personajes no solo enriquecen la narrativa, sino que también aportan un elemento visual encantador. Corea del Sur se convierte en un personaje más dentro de la historia, aportando un telón de fondo que combina tradición y modernidad, perfecto para el tono de la serie.
Este detalle, sumado a la moda, la música y las referencias culturales, logra que la producción se sienta fresca y moderna, conectando especialmente con la audiencia joven.
Besos, Kitty no es una serie que busque reinventar el género adolescente, pero lo que hace, lo hace bien. Si sos fanático de las historias ligeras, llenas de humor y con un toque de drama, esta segunda temporada te atrapará desde el primer episodio.
Su capacidad para mezclar momentos emotivos con situaciones cómicas la convierte en una opción ideal para quienes buscan una serie para relajarse y disfrutar sin demasiadas complicaciones. Además, la química del elenco, el encanto de Corea y el regreso de personajes icónicos aseguran que sea una experiencia memorable.
En un panorama televisivo saturado de producciones intensas y tramas complejas, Besos, Kitty se alza como un recordatorio de que, a veces, lo que más necesitamos es algo sencillo y reconfortante.