El lunes, el caos. El caos no necesariamente es negativo. Por definición, "caos" es la antesala a la construcción de un nuevo orden, distinto al anterior. Todos los manuales ahora están rotos.
Con el entendimiento con el Fondo cerrado y el cepo liberado, las próximas 24 horas pueden marcar el inicio de un escenario distinto… o de un nuevo caos. Entre el optimismo de los mercados y la presión social, todo está por definirse.
El lunes, el caos. El caos no necesariamente es negativo. Por definición, "caos" es la antesala a la construcción de un nuevo orden, distinto al anterior. Todos los manuales ahora están rotos.
No sabemos nada de lo que puede pasar este lunes cuando abran los mercados. Quizás el dólar baja un poco; los bonos y acciones suben; el riesgo país baja; los precios se moderan y entramos en un camino de estabilidad inédito, producto de la confianza que da el acuerdo con el FMI, de la salida del cepo y de que, por primera vez en la historia, hay superávit fiscal.
O quizás todo lo contrario.
Se libera el cepo, más gente quiere comprar dólares por la vía oficial, el dólar sube, los importadores remarcan precios por las dudas, todos remarcan precios por las dudas, la inflación pega otro salto. Milei incumple su principal promesa de campaña, cae en popularidad y se abre un destino incierto.
Los dos escenarios conviven a la vez, y hay señales para uno u otro lado, y en muchos casos la respuesta a lo que va a pasar no depende de la razón, sino del corazón. En algún punto todos votamos todos los días. Los mercados, cuando deciden qué bono comprar y cuál vender; pero también el laburante, que decidió parar o no parar el jueves (si es que puede).
La Argentina cerró un acuerdo con el FMI que borra cualquier dato negativo previo. La magnitud del acuerdo es insoslayable. No solo porque desembolsa 20.000 millones de dólares (mucho más de lo previsto inicialmente), sino porque adelanta 15 y a eso se suman muchos millones más del Banco Mundial, el BID, inversores privados y otros.
El país levanta el cepo (uno de los reclamos históricos de los empresarios e inversores) y deja la libre flotación del dólar, que es una devaluación encubierta (otro reclamo de “econochantas” y “mandriles” varios). Pero esas dos medidas se toman de manera controlada con las reservas hiperrespaldadas.
¿Le van a creer los mercados? Vamos a suponer que sí, en este escenario optimista.
Los mercados le creen a Milei. Los exportadores suponen que el dólar va a estar más o menos quieto y empiezan a liquidar. El dólar baja, o deja de subir, o sube poco. Como sea, el Banco Central deja de perder reservas.
Suben los bonos y las acciones argentinas. Cae el riesgo país y vuelve a nivel precrisis o quizás más abajo. Los 30 mil millones extra de reservas que se ponen sobre la mesa actúan como garantía de que no va a haber devaluación descontrolada.
La inflación crece un poco más en un primer momento, pero manejable. La gente tiene paciencia y entiende que el esfuerzo vale la pena.
De a poco aparecen inversiones; primero más chiquitas y algunas promesas grandes. Mucho minería, litio, petróleo, gas… dan trabajo y derrama en todos los sectores.
El Gobierno sigue ajustando y ahora, con las cuentas en orden, empieza a bajar impuestos. ¡Golazo! Más dinámica para el consumo, la inversión y el trabajo. Se empieza a ver otra vez y de a poco un camino de desinflación.
Con las variables financieras controladas, vuelve el crédito: electrodomésticos, autos, casas y hasta viajes en el exterior.
La opinión pública está feliz. Por fin un presidente que cumple lo que dice. Si la opinión pública sonríe, la política se queda quieta. No hay derrotas en el Congreso, ni paros generales, ni protesta social.
Milei gana las elecciones 2025. Los mercados sonríen el espiral positivo es imparable.
Con tremendo crecimiento económico. La deuda que tienen que pagar los dos próximos presidentes, se paga sola. Karina respira tranquila. Todo marcha de acuerdo al plan.
Este viernes, minutos antes de que se aprobara el acuerdo con el FMI, el Gobierno tuvo una noticia que podría haber sido demoledora para la gestión de Milei y su imagen pública: la inflación de marzo fue de 3,7%, la más alta desde agosto de 2024. Milei ganó la elección 2023 diciendo que él sabía cómo domar la inflación.
Y a pesar del salto inicial que llevó la inflación al 25% en diciembre de ese año, después cumplió. Y la inflación, mal que mal, empezó a bajar a niveles sorprendentes, para muchos.
En febrero sufrió una leve aceleración que no complicó de más los planes de La Libertad Avanza, pero el dato de marzo fue demoledor. Estamos hablando de que volvió a los niveles de mediados del año pasado. Esto hubiera sido muy mal leído por la opinión pública.
El anuncio del acuerdo con el FMI y la liberación del cepo, coincidiendo con el día de ese la noticia de la escalada inflacionaria, vienen a funcionar como un by pass para evitar que todo se desmadre.
Pero si algo quedó claro este año y medio de gestión libertaria es que el apoyo popular al Presidente (al menos lo que muestran las encuestas) es directamente proporcional a cuánto logra controlar la inflación.
Mantuvo imagen muy alta hasta julio y empezó a bajar en agosto y septiembre, justo cuando la inflación se estabilizó en torno al 4%.
En octubre (cuando se conoció el índice de septiembre) volvió a subir en ponderación. En marzo y abril se ve una baja otra vez, justo cuando la inflación se recalienta.
Y acá la pregunta: si la devaluación se va, aunque sea mínimamente a precios, ¿Qué pasa con la imagen pública de un presidente que dijo que había domado la inflación?
A todo esto aparece un factor adicional que complica más las cosas, especialmente en los sectores más bajos: la mayoría de las paritarias que se cerraron este año quedaron por debajo de la inflación. El dato surge de un informe interno de la secretaría de Trabajo.
Si a ese informe se lo actualiza por el último dato del INDEC, arroja que de los 22 gremios que ya cerraron paritarias o están en vías de cerrarla, 19 quedaron por debajo del aumento de precios y solo 3 le ganaron. Algunos destacados que perdieron (y cuánto perdieron)
Un dato, estos que estamos mostrando con mayores pérdidas, son los gremios de los sindicalistas más poderosos del país, en muchos casos cercanos al gobierno. Los números formales de salarios de marzo de Indec recién se van a conocer a fin de mayo.
Todo esto va a tener también un correlato en los niveles de pobreza e indigencia. La canasta de pobreza creció 4 puntos y la de indigencia casi 6. Todo esto con salarios formales creciendo muy por debajo.
Otro capítulo: si la política empieza a leer malestar social, inevitablemente va a empezar a ponérsela difícil al Gobierno. Los políticos -contrariamente a lo que se piensan- suelen ser hábiles a la hora de seguir el humor social de sus electores. Recordemos que a los diputados por Santa Fe no los votan los ciudadanos del conurbano bonaerense, sino los santafesinos. Este domingo hay elecciones en esa provincia. Hay que ver cómo les va a los candidatos de Milei.
Aun con optimismo en los mercados, restaría ver de qué modo procesa la ciudadanía una nueva situación de crisis. Estas cosas se sienten y se pueden agravar todavía más.
El escenario está abierto. La respuesta, a partir de las 11 del lunes.
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