Javier Milei refuerza su motosierra y pretende cooptar dirigentes de distintos espacios. El PRO busca un lugar en el mapa político. La polémica por el nuevo endeudamiento.
El gobierno de Javier Milei arrancó el año electoral con una decisión de fondo que seguramente va a repercutir durante todo el proceso hasta octubre. El principal adversario a vencer no es la oposición kirchnerista, sino aquellos aliados que lo ayudaron a transitar sin sobresaltos todo 2024. Así lo repiten en público y en privado el Presidente y sus principales asesores. La principal cara de esos aliados es la del expresidente Mauricio Macri.
En el PRO se tomó nota. Y también adoptaron una decisión que va a ser foco permanente de conflictos entre oficialismo y oposición: el partido de Macri solamente va a acompañar en el Congreso a Milei en mantener el equilibrio fiscal. En todo lo demás, difícilmente se mantenga el apoyo que tuvo durante el año que pasó. Es lógico: no van a ser aliados ni amigos, sino competidores que pelearán por los votos en las urnas y también por los dirigentes.
En el amplio espectro de la centroderecha hay todo tipo de especulaciones: si al Gobierno le sigue yendo bien, los incentivos para votar a un candidato no peronista que no sea estrictamente libertario son casi nulos; si al Gobierno le va mal, difícilmente voten a espacios políticos tan ligados a ese supuesto fracaso.
Por eso la apuesta es a todo o nada. Un ejemplo de esto es el de Luis Juez, que a principio de año era uno de los que más defendía la institucionalidad en el Senado. Ahora juega a dos puntas: muchos advierten que sus erráticos movimientos en temas complicados como la expulsión de Esgardo Kueider o el congelamiento de las dietas buscan que Macri lo saque de la conducción del bloque del PRO para poder ser candidato libertario a gobernador de Córdoba.
En La Libertad Avanza no lo rechazan. Reivindican su buen vínculo con el Presidente e insisten en que es uno de los dirigentes de la vieja casta en los que confían para dar el salto. ¿Se dará?
Aunque lo hace en voz baja, el Gobierno busca ampliar su base de sustentación. Aparecen nombres de aliados que podrían ocupar lugares en listas libertarias.
En las últimas horas, se empezó a hablar de la posibilidad de que Daniel Scioli sea una de las cabezas de las listas de La Libertad Avanza en la ciudad de Buenos Aires. Quizás podría ser candidato a diputado, como cuando arrancó en política con Carlos Menem en 1997. No hubiera soñado entonces que sería vicepresidente de un gobierno de centroizquierda como el de Néstor o dos veces gobernador de la provincia de Buenos Aires o candidato a presidente del movimiento nacional y popular.
La semana que pasó dio su prueba de amor al echar a Yanina Martínez, su subsecretaria de Turismo. Es una funcionaria peronista que venía del gobierno anterior -que él también integró- y que desplazó con una excusa menor: que se había ido de vacaciones un par de horas hábiles antes de lo previsto. Fiel al clima de época de motosierra y achicamiento del Estado, Scioli decidió no reemplazar a la funcionaria y hacerse cargo él mismo de sus tareas.
Scioli está cada vez más cerca de las fuerzas del cielo. La gran duda es si el electorado lo aceptaría en esta nueva etapa. Por ahora, es apenas un globo de ensayo.
Esta semana, el Gobierno decidió avanzar con todo en algunas reformas estructurales. Milei cree que enero es un gran mes para avanzar en decisiones difíciles. A su vez, quiere mostrarse como la contracara del PRO y de otros espacios "tibios".
Por eso tomó algunas decisiones:
La "deep" motosierra avanza con todo.
Desde lo económico, el Gobierno parece decidido a encarar el año electoral sin ningún tipo de devaluación. Algunos economistas, como el liberal Daniel Artana, ya vislumbran que la gestión de Milei y Caputo sostendrá este tipo de cambio por lo menos hasta las elecciones. Mantener la estabilidad de precios es fundamental para sustentar la baja inflación, y el dólar quieto es central para que no suban los precios.
El anuncio del viernes de tomar un préstamo de 1000 millones de dólares para fortalecer las reservas del Banco Central va en el mismo sentido. El crédito viene de 5 bancos internacionales y se pagará una tasa del 8,8% en dólares. La noticia fue festejada en las redes libertarias por la vuelta del crédito privado en función de la “robustez” de la nueva economía argentina.
Desde el peronismo recordaron cuando el propio Caputo festejaba el endeudamiento a 100 años durante el gobierno de Macri. Incluso, economistas liberales como Carlos Rodríguez o Carlos Maslatón criticaron la medida: “Son ustedes el gobierno récord mundial de endeudamiento y dirigismo izquierdista del mercado de cambios, la tasa de interés y la deuda”, escribió Maslaton.
En las últimas horas, también se conoció que el Gobierno tiene intención de flexibilizar el mercado de créditos privados en dólares. La idea es que los bancos puedan prestar en divisa norteamericana, algo que solo está permitido para sectores exportadores que pueden garantizar el repago en dólares.
Esta regulación se inició después de la crisis de 2001. Los bancos tenían colocados préstamos en dólares que resultaron impagables tras la devaluación de Duhalde para aquellos clientes que tenían sus ingresos pesificados. El Gobierno decidió pesificar las deudas privadas y tuvo que hacerse cargo de la diferencia, lo que técnicamente implicó un mayor endeudamiento.
Ahora, el Gobierno quiere dar marcha atrás a esas regulaciones. Los bancos privados nacionales salieron a bancar la idea. “Hoy tenemos una norma que simplemente prohíbe. Creemos que hay que empezar a flexibilizar muy gradualmente”, sostuvieron. La idea sería permitir primero que las pymes tomen ese tipo de créditos, haciendo una correcta evaluación de riesgos y en la medida que las llamadas “pruebas de estrés” lo permitan.
La idea no es compartida del todo por los bancos internacionales. Las casas matrices ya conocen los riesgos de gobiernos inestables políticamente que juegan a la timba financiera y que después le terminan dejando el fardo a otro gobierno con ideas impredecibles.
En el primer día hábil del año, el Gobierno firmó una resolución digna de regímenes populistas latinoamericanos. Decretó que 2025 va a ser el año de la “reconstrucción de la Nación Argentina”.
“Dispónese que durante el año 2025 toda la documentación oficial de la ADMINISTRACIÓN PÚBLICA NACIONAL, centralizada y descentralizada, así como de los Entes autárquicos dependientes de esta deberá llevar la leyenda “AÑO DE LA RECONSTRUCCIÓN DE LA NACIÓN ARGENTINA”, dice el decreto firmado por Javier Milei y el canciller Gerardo Werthein.
Nada muy distinto al ministerio de la felicidad suprema del pueblo que supo crear Nicolás Maduro o de la secretaria del Pensamiento que había decretado Cristina Kirchner.
Los aires imperiales del Gobierno quedan expuestos en los tuits diarios que postea Santiago Caputo, principal asesor presidencial, a través de una cuenta anónima cuya propiedad es vox populi y nadie desmiente.
Esto publicó Santiago Caputo el último día hábil de 2024 bajo el seudónimo @MileiEmperador. “La República Romana no fue otra cosa que una oligarquía privilegiada que vivió a costa del pueblo bajo la pátina de la representación. Exactamente igual a la democracia argentina los últimos cuarenta años. Ese modelo fracasó. Lo siguió un Imperio que dominó el mundo por 500 años”.
La Libertad Avanza va en 2025 por la consolidación del modelo imperial. Para poder hacerlo, la principal batalla no es contra el enemigo (el kirchnerismo) sino contra los propios aliados que impiden el avance de las reformas.
Así lo planteó también Caputo: “Apostaría todo mi patrimonio (que es considerable) a que en este nuevo año que comienza van a seguir rompiendo igual las pelotas. Unos por analógicos, otros por hijos de puta. Por suerte, todo lo que va a ocurrir ya ocurrió y no hay nada que puedan hacer para evitarlo. Alea Iacta Est TMAP”.
El enemigo a vencer no es Cristina. Es Macri. La gran pregunta es si al expresidente le queda alguna herramienta para evitar el fatal desenlace o si la suerte está echada. Todo Marcha Acorde al Plan.
