Al intentar identificarlos, dos de los sospechosos huyeron a pie en distintas direcciones, mientras el restante, quien llevaba los bolsos, empezó a forcejear con una de las policías que trataba de retenerlo.
El sospechoso logró soltarse y escapó corriendo. En ese momento, otro oficial de la Policía Bonaerense, que estaba de civil y realizaba un servicio adicional en una fábrica cercana, advirtió la situación y decidió intervenir.
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Una de las armas que portaba el fallecido.
El agente persiguió por una cuadra sobre la calle La Paz y, al llegar a la primera esquina, el fugitivo se dio vuelta y gatilló dos veces contra el efectivo, quien también respondió con dos disparos. Ninguno de los balazos impactó en el otro.
Durante la persecución, el sospechoso dejó caer uno de los bolsos en el que, posteriormente, se encontraron un arma calibre 9 milímetros y drogas (marihuana y cocaína).
El momento que desencadenó en el suicidio
La fuga continuó por varias cuadras, mientras otros dos agentes se sumaron a la persecución. Finalmente, entre cuatro efectivos lograron acorralarlo en la intersección de La Paz y Thames, a unos 400 metros del lugar donde comenzó el operativo, el personal policial efectuó disparos disuasorios y le ordenó que soltara el arma y se entregara. Sin embargo, el hombre tomó la pistola y se disparó en la cabeza.
El desenlace de la secuencia quedó registrado por las cámaras de seguridad de otra fábrica de la zona y fue presenciado por empleados y otros testigos. Como sucede en estos hechos, otra fuerza (en este caso fue la Policía Federal) se ocupa de las pericias correspondientes. Las imágenes y los testimonios confirmaron que el sospechoso se quitó la vida y que ninguna bala policial causó su muerte.