Sin embargo, esa coartada pronto se desmoronó.
Tras la declaración de la madre, la policía intentó confirmar la información. Consultaron con otros familiares, incluyendo a una tía de la menor, quien aseguró no haber visto a María en los últimos días. Esta contradicción hizo que los investigadores volvieran a interrogar a la madre.
La segunda versión fue todavía más preocupante: según ella, María había caído al río Bermejo cinco días atrás.
El cambio de relato fue clave para que los investigadores decidieran profundizar en la pesquisa. La sospecha de un posible delito grave comenzó a tomar forma. Fue entonces cuando la policía inició un rastrillaje en las inmediaciones de la casa de la niña, en la Colonia Weitzel, lo que derivó en el macabro hallazgo.
A poco más de una cuadra de la vivienda familiar, los agentes detectaron tierra removida. Al excavar, encontraron una bolsa de arpillera. Dentro estaba el cuerpo sin vida de la niña. La escena fue preservada de inmediato y el cadáver fue trasladado a la morgue judicial del barrio San Antonio para su correspondiente autopsia.
Los primeros indicios apuntan a que el cuerpo fue enterrado intencionalmente. El hecho, sumado a las versiones contradictorias de la madre, motivó la intervención del Juzgado de Instrucción y Correccional N° 2 y del Juzgado Civil y Comercial, del Trabajo y de Menores N° 7.
Como primera medida, los jueces ordenaron la detención preventiva de la madre de María y de su pareja, un hombre de 24 años. Ambos fueron aprehendidos bajo la sospecha de homicidio calificado, una figura penal que implica premeditación o circunstancias especialmente agravantes.
La investigación se encuentra ahora en una etapa inicial pero determinante, mientras los peritos forenses trabajan en los estudios del cuerpo y se recolectan más pruebas. Se busca establecer la causa exacta de muerte, el momento del fallecimiento y si hubo signos de violencia previos.
Vecinos de la zona han comenzado a declarar en la causa. Algunos aseguran que la familia no era muy comunicativa y que no era común ver a la menor jugando fuera de su casa. Otros mencionan haber escuchado gritos en fechas cercanas a la desaparición. Estas versiones están siendo evaluadas por los investigadores.
Por su parte, la abuela, quien inició el proceso con su denuncia, se mostró devastada y señaló que hacía tiempo que le costaba comunicarse con su hija. “Yo solo quería saber por qué no iba al jardín”, habría dicho ante los oficiales.
El caso ha sacudido a la provincia de Formosa. Organizaciones de derechos de la infancia ya se han manifestado y han solicitado una revisión del entorno familiar de la víctima. Además, pidieron medidas para mejorar la detección de situaciones de riesgo en menores, especialmente en zonas vulnerables.
Mientras tanto, la justicia trabaja contra reloj. Las próximas semanas serán claves para determinar las responsabilidades penales de los involucrados y esclarecer por completo lo que pasó con María Maidana.