Sin mostrar arrepentimiento, la adolescente comparó a los niños con “patos en una charca” y a los adultos con un rebaño de vacas, asegurando que eran “blancos fáciles” para ella. Su frialdad y la falta de una razón aparente hicieron que este caso quedara grabado en la memoria colectiva.
Un regalo macabro y un entorno conflictivo
El arma utilizada por Brenda fue un fusil semiautomático Ruger 10/22 calibre .22 con mira telescópica, acompañado de 500 municiones. Lo más impactante es que su propio padre, Wallace Spencer, se lo había regalado en Navidad.
Brenda era descrita por los medios como una joven solitaria y acomplejada con su apariencia: odiaba su cabello rojizo, sus pecas y sus grandes gafas. Sin embargo, sus problemas iban mucho más allá de la inseguridad física.
Desde temprana edad, había mostrado un comportamiento antisocial y violento. Fue enviada a un centro para jóvenes con problemas mentales, aunque su padre se negó a internarla en un hospital psiquiátrico, a pesar de las advertencias de los profesionales.
Además, su entorno familiar era tóxico y disfuncional. Su padre, alcohólico, ejercía un control estricto sobre ella, y años más tarde, Brenda alegó que había sido víctima de abuso por su parte, aunque luego desmintió esas declaraciones.
Un tiroteo anunciado
Antes del ataque, Brenda ya había practicado disparando a aves y otros animales. Aquel lunes por la mañana, decidió que sus objetivos serían los niños de la Cleveland Elementary School.
A las 8:30 a. m., disparó su primer tiro. Chris Stanley, de 9 años, fue una de sus primeras víctimas, pero el director Burton Wragg logró interponerse, salvándole la vida a costa de la suya. Minutos después, el conserje Mike Suchar murió al intentar poner a los niños a salvo.
Los disparos continuaron durante varias horas hasta que Brenda se quedó sin municiones. Las autoridades rodearon su casa, pero la adolescente se negó a entregarse de inmediato. Fue entonces cuando ocurrió un hecho insólito que marcó su captura.
La insólita razón por la que se entregó
Durante seis horas, Brenda se mantuvo atrincherada en su casa mientras negociaba con la policía. En medio de la conversación, mencionó que le gustaban las hamburguesas Whopper de Burger King.
Aprovechando este dato, uno de los negociadores le hizo una oferta: una Whopper doble a cambio de su rendición. Cuando la joven vio la bolsa de comida en la puerta, abrió la casa y fue arrestada de inmediato.
Una condena ejemplar y el intento de recuperar su libertad
A pesar de ser menor de edad, Brenda fue juzgada como adulta y se declaró culpable de dos cargos de asesinato y asalto con un arma mortal. Fue condenada de 25 años a cadena perpetua, sentencia que se oficializó un día después de su cumpleaños número 18.
Durante el juicio, el fiscal adjunto Richard Sachs la describió como alguien con una incapacidad total para lidiar con el estrés y una tendencia a reaccionar con violencia extrema.
Mientras cumplía su condena en la Institución para Mujeres de California, fue diagnosticada con epilepsia y depresión, lo que la llevó a recibir tratamiento con medicamentos.
A lo largo de los años, intentó obtener la libertad condicional en múltiples ocasiones. En 1993, fue seleccionada para una audiencia, pero su solicitud fue rechazada. Entre 1993 y 2015, su pedido de liberación fue negado cuatro veces.
En distintas audiencias, ofreció diversas explicaciones: primero, afirmó que estaba drogada y alcoholizada el día del tiroteo. Luego, aseguró que su padre abusaba de ella, aunque más tarde se contradijo y negó esos dichos. Ninguna de sus declaraciones fue considerada válida, ya que no fueron respaldadas por pruebas.
En 2009, la junta determinó que no podría volver a solicitar la libertad condicional hasta dentro de una década.
¿Dónde está hoy Brenda Ann Spencer?
Hoy, a sus 62 años, Brenda Ann Spencer sigue cumpliendo su condena en la Institución para Mujeres de California. Su historia se convirtió en un caso emblemático sobre los peligros de las armas de fuego en manos de menores y sobre los problemas de salud mental no tratados a tiempo.
El caso de Spencer también sirvió como inspiración para la canción "I Don't Like Mondays" de la banda irlandesa The Boomtown Rats, lanzada en 1979, que relata la frialdad con la que la joven justificó el ataque.
A pesar del tiempo transcurrido, el tiroteo de 1979 sigue siendo uno de los más impactantes en la historia de Estados Unidos, recordado por la escalofriante indiferencia de su autora y la tragedia que marcó para siempre a las víctimas y sus familias.