El hallazgo ocurrió tras un llamado anónimo que alertó a la Policía sobre la presencia de una persona aparentemente desvanecida en el interior de la casa. Efectivos acudieron rápidamente y aseguraron la escena. Minutos más tarde, una unidad del Servicio de Emergencias SEASE confirmó que la mujer ya no tenía signos vitales.
Por el momento, las autoridades mantienen un hermetismo absoluto respecto al estado en que fue encontrado el cuerpo de Lorena. Sin embargo, ya se activó el protocolo correspondiente: se convocó al Ministerio Público Fiscal y al equipo forense, y se ordenó el traslado del cadáver a la Morgue Judicial para la autopsia.
Según trascendió, los profesionales deberán esclarecer si se trató de una muerte natural, un accidente, o si existen indicios de una posible intervención de terceros.
El caso quedó en manos de la Fiscalía de turno, que trabaja a contrarreloj para descartar o confirmar cualquiera de las hipótesis.
El barrio Juan XXIII no sale de su asombro. Varios vecinos se acercaron al lugar del hecho mientras los peritos realizaban sus tareas. Algunos residentes señalaron que la casa abandonada donde ocurrió el suceso era conocida por ser punto de paso de personas en situación de calle o de jóvenes que se reunían sin supervisión adulta.
Una vecina que prefirió no dar su nombre dijo que “esa casa siempre fue un problema. Está llena de yuyos, nadie vive ahí hace años y a veces se ven movimientos raros”. Otros apuntaron que no conocían a Lorena Pacheco, pero aseguraron que el barrio necesita más presencia policial.
La necropsia que se realizará en la Morgue Judicial será clave para destrabar el misterio. De allí surgirán datos fundamentales como la hora estimada del fallecimiento, posibles signos de violencia, presencia de sustancias o cualquier anomalía que permita orientar la causa.
La fiscalía solicitó prioridad en los resultados y trabaja en el armado de un expediente que aún no descarta ninguna línea investigativa. Hasta ahora, no se encontraron testigos presenciales del momento de la muerte.
Este no es el primer caso que genera conmoción en Santiago del Estero. En los últimos cinco años, al menos tres personas fueron halladas sin vida en propiedades similares, en distintas zonas de la ciudad capital.
Aunque en varios de esos casos se trató de muertes por sobredosis o causas naturales, la constante es la vulnerabilidad del entorno: casas sin puertas ni cerraduras, sin mantenimiento, y frecuentadas por personas en situaciones extremas.
Un investigador con conocimiento del tema expresó: “Hay muchas casas abandonadas en esta ciudad que se transformaron en trampas mortales. La falta de control es un problema estructural”.
Hasta el momento, no trascendieron mayores detalles sobre la vida personal de la víctima. Algunas versiones indican que no era vecina directa del barrio Juan XXIII, y que podría haber llegado al lugar pocas horas antes de su fallecimiento.
Los investigadores intentan reconstruir su recorrido reciente, chequeando cámaras de seguridad de la zona y entrevistando a vecinos. “Queremos entender si estaba acompañada, si venía en busca de alguien o si fue víctima de algún engaño”, dijo una fuente del caso.
A la espera de los resultados forenses, la Fiscalía continúa recabando datos. Ya se solicitaron informes de los últimos contactos telefónicos, y también se trabaja en el análisis de redes sociales para determinar si Lorena tenía algún vínculo con personas del barrio o si había mencionado amenazas, malestares o conflictos recientes.
No se descarta que en las próximas horas se llame a declarar a posibles allegados o conocidos. La línea de tiempo previa a su aparición en la casa abandonada podría ser crucial para determinar si su presencia allí fue voluntaria o forzada.
Cuando ocurre una muerte en una casa abandonada, se activa de inmediato un protocolo conjunto entre la Policía, el SEASE y la Justicia. Este protocolo busca garantizar que la escena no sea alterada, y que todos los indicios puedan ser analizados antes de emitir cualquier tipo de conclusión.
El lugar queda resguardado por la fuerza de seguridad y se evita la circulación de personas no autorizadas. También se aplica una ficha de registro de hallazgo y se toman pruebas fotográficas y materiales antes del retiro del cuerpo.
En Santiago del Estero, crece la preocupación por los espacios urbanos degradados y el uso que se les da. Hay cada vez más casas en desuso que representan un riesgo no solo sanitario, sino también social y criminal.
Mientras los vecinos del barrio Juan XXIII exigen más patrullaje y mejor iluminación, el caso de Lorena Pacheco vuelve a poner sobre la mesa un problema estructural que la ciudad aún no logra resolver.