El hallazgo del cadáver mostró señales que no se corresponden con una muerte accidental. Tenía golpes visibles y signos de violencia, principalmente un fuerte traumatismo en la cabeza que, según las primeras pericias, habría sido la causa directa del fallecimiento. Este hecho modificó por completo el rumbo de la causa: el accidente dejó de ser la principal hipótesis, y el foco se desplazó hacia un posible crimen.
Las autoridades no tardaron en identificar al último acompañante de Miño. Se trata de Matías B., un joven de 21 años, con quien la víctima había salido a navegar la misma noche de la desaparición. Fue detenido y llevado a declarar tras confirmarse que ambos estuvieron juntos poco antes del trágico suceso.
Durante el interrogatorio, Matías reconoció que hubo una pelea a bordo del bote. En su versión, afirmó que Miño estaba “muy alterado” y que lo agredió físicamente. Además, aseguró que el pescador había consumido alcohol y drogas antes de embarcar. Según su relato, la confrontación fue intensa y él actuó en defensa propia.
“Yo no quería que pase nada, pero me atacó. Me defendí”, habría dicho el joven según fuentes de la investigación. Sin embargo, los investigadores encontraron contradicciones en su testimonio. Hay datos que no coinciden con las pruebas recolectadas en el lugar del hallazgo ni con las marcas que presenta el cuerpo de la víctima.
El medio Diario Norte fue el primero en publicar los detalles de las sospechas sobre Matías B. y reveló que su relato contiene varias imprecisiones clave. Por ejemplo, no pudo explicar con claridad por qué abandonó el bote ni por qué no alertó a las autoridades cuando se produjo la pelea, si efectivamente temía por su seguridad.
Además, la versión del joven no explica cómo llegó el cuerpo de Miño a la zona de “Cinco Bocas”, que se encuentra a varios kilómetros del punto de partida. Tampoco pudo justificar la gravedad de las lesiones que presentaba el cadáver. La autopsia, cuyos resultados preliminares se conocerán en las próximas horas, será fundamental para confirmar o desmentir si se trató de una muerte por impacto o por otro tipo de ataque.
La noticia del hallazgo conmocionó a la familia de Ángelo Miño, que había mantenido la esperanza de encontrarlo con vida. Su hermano fue uno de los que participó activamente de la búsqueda y finalmente tuvo la dolorosa tarea de identificar el cuerpo. “No era un accidente. Lo mataron”, dijo en declaraciones a medios locales.
Vecinos de la zona y allegados del pescador realizaron una pequeña vigilia en la costanera del río en señal de respeto y exigieron que el caso no quede impune. “Lencho era un tipo querido, siempre estaba en el río, conocía cada recodo. No creemos que haya sido un accidente”, expresó uno de sus amigos de la infancia.
La investigación aún no descarta que haya más personas implicadas en el hecho. La Policía del Chaco continúa recolectando testimonios, y también se analiza el contenido de los teléfonos móviles de ambos hombres para reconstruir las últimas horas con mayor precisión.
Fuentes judiciales indicaron que no se descarta la participación de un tercero, aunque por el momento no hay pruebas concluyentes. La principal línea apunta a que Matías B. podría no haber actuado solo o que al menos intentó ocultar parte de lo ocurrido tras el fallecimiento de Miño.
Los informes del equipo forense serán claves para avanzar en la imputación o liberación del único detenido hasta el momento. La fiscalía espera el resultado de los estudios toxicológicos y del análisis de las heridas para establecer si hay correspondencia con una caída accidental, un golpe con objeto contundente o incluso un posible ahogamiento posterior al ataque.
Además, se están realizando estudios sobre las fibras y muestras recogidas en el bote. Todo esto aportará datos valiosos para determinar el orden de los hechos y si hay elementos que desmientan por completo la versión de defensa propia sostenida por Matías B.
El caso generó un fuerte impacto en Puerto Vilelas y alrededores, donde Miño era ampliamente conocido por su afición a la pesca. Amigos y colegas del club náutico local expresaron su pesar en redes sociales y reclamaron que se esclarezca el crimen.
“Ángelo era un tipo de río. No es justo que haya terminado así, solo, tirado, como si su vida no valiera nada”, escribió una compañera de pesca en Facebook. La comunidad exige respuestas y un proceso judicial transparente, que no deje cabos sueltos.
Mientras tanto, la familia espera justicia, y el silencio del río ya no es el mismo.