Cecilia Giubileo era médica psiquiatra y tenía 39 años cuando la vieron por última vez. Era el domingo 16 de junio de 1985.
Cecilia Giubileo era médica psiquiatra y tenía 39 años cuando la vieron por última vez. Era el domingo 16 de junio de 1985.
Estaba de guardia y llegó a la Colonia Montes de Oca -también conocida como la Colonia de Open Door- situada en Torres, a 10 kilómetros de Luján. Lo hizo en su Renault 6 color blanco y firmó el libro de entradas a las 21.38. Esa noche fue vista por un enfermero y un paciente que llegaron a intercambiar algunas palabras con ella.
Los médicos de guardia permanecían en la Casa Médica, uno de los edificios del predio de 266 hectáreas y solo se trasladaban a los pabellones cuando algún paciente lo requería. Aquella noche, la médica Giubileo trató a un paciente que tenía fiebre y atendió a unas personas que querían llevarse el cuerpo de un familiar que había fallecido esa misma tarde.
A las 0.15 de la madrugada del lunes 17 de junio, un enfermero dijo hablar con Cecilia Giubileo. Le preguntó si tenía alguna novedad.
–Vengo del pabellón 7 –respondió Cecilia–. Atendí una urticaria gigante.
El pabellón 7 estaba a unos 500 metros de la Casa Médica y Cecilia había hecho el recorrido a pie, como siempre se movía dentro del predio. Pero no fue y volvió sola. Un paciente, llamado Miguel Cano, la había ido a buscar y la acompañó de regreso. Aquella noche, el conmutador telefónico de la Colonia no funcionaba y los senderos estaban bien iluminados.
El caso Giubileo lo empezaron a llamar el “fantasma de Open Door”. Su desaparición se convirtió en uno de los mayores enigmas de la historia policial argentina. Incluso llegaron a abrirse varias ventanas en la investigación. Desde su vida sentimental; un secuestro; fugarse por su propia voluntad y hasta llegó a decirse que se había unido a una secta…
Un caso en el que siempre sobraban las especulaciones y faltaban las certezas.
La mañana del 17 de junio, el auto de la médica Giubileo seguía en el estacionamiento. Un empleado, cansado de golpear la puerta, se sorprendió al no recibir respuesta. Cuando ingresó, el cuarto estaba vacío y la cama destendida. En la mesa de luz encontraron sus zapatos marrones llenos de barro. No estaban ni su bolso ni su maletín médico.
A 36 años de aquella desaparición, los interrogantes siguen. ¿Qué fue lo que pasó con la médica? ¿Salió del predio? ¿Recibió visitas inesperadas? ¿Estaba detrás de alguna investigación que pudiera comprometer a alguien? ¿Qué es lo que no se podía decir? ¿Qué sabía ella?
La preocupación y el miedo de los amigos de Cecilia fue en aumento. Todo era incertidumbre y fueron ellos quienes hicieron la denuncia en la comisaría de Torres, un pueblo que en 1985 tenía 1500 habitantes y la mayoría de la gente trabajaba en la Colonia.
Finalmente, la denuncia quedó asentada como "búsqueda de paradero". De inmediato, la policía comenzó a reconstruir los hechos de aquella noche. Para ellos, la investigación terminaba cuando la médica le dijo al paciente que la había acompañado hasta la Casa Médica: "Andá tranquilo. Yo voy a descansar un rato".
Todos los testigos dijeron que la noche del domingo 16 y la del lunes 17 de junio de 1985 no se sospechó de nada en la Colonia Open Door.
A Cecilia Giubileo no se la vio nunca más.
El director de la Colonia en ese momento, Florencio Eliseo Sánchez, no hizo la denuncia policial por la desaparición de la médica. Se encargó de iniciar un sumario administrativo por el abandono de la guardia.
El juez federal Héctor Heredia fue quien estuvo a cargo de la investigación sobre el paradero de Cecilia Giubileo. Perros adiestrados llegaron a la Colonia, helicópteros sobrevolaron el lugar y miles de policías se encargaron de revisar sótanos y altillos. Brigadas especiales también rastrillaron cada lugar del predio. Hasta llegaron a abrir dos pabellones que estaban clausurados. Open Door, que parecía un lugar pacífico, se convirtió en un caos con la constante visita de periodistas.
La familia de Cecilia quería activar la causa. Sabían que no podían demorarse más días. Contrataron al abogado Marcelo Parrilli, que de inmediato señaló un dato que no podía pasar inadvertido: la médica había llenado el tanque de su auto el domingo por la tarde. Sin embargo, cuando lo revisaron, el tanque estaba casi vacío.
Todo el personal de la Colonia fue interrogado. Sin embargo, muchos de los pacientes no podían y no sabían expresarse. También fue puesto en discusión si era creíble y válida la opinión de los pacientes, casi todos con graves problemas mentales. Cecilia Giubileo trabajaba mucho y había empezado a practicar taekwondo, estudiaba canto y participaba en un coro de Luján. Tenía varias amistades en el pueblo de Torres e incluso también tenía un consultorio donde atendía sus pacientes.
Se llegó a decir que Cecilia pudo haber sido secuestrada para pedir un rescate. Sin embargo, en su casa de la calle Humberto I, encontraron 3.000 dólares guardados en una caja de maicena, que eran todos sus ahorros. Y nunca nadie pidió rescate.
También se abrió la posibilidad de que algún paciente de la Colonia la hubiese atacado, aunque con el tiempo también se descartó.
En noviembre de 1985, apenas cinco meses de la desaparición, en la comisaría de Luján se recibió un sobre sin remitente. Allí había un casete. En la cinta, de muy mala calidad, decía ser Cecilia Giubileo y suplicaba que no la buscaran más. La voz decía que estaba bien y rodeada de amigos, haciendo un retiro espiritual en el exterior y que nunca más iba a volver al país.
Se hablaba de que había muchas irregularidades en la Colonia. Giubileo había empezado a investigar sobre el tráfico de órganos y de córneas. El asilo fue creado por el doctor Cabred a principios del siglo XX. El objetivo era alojar y curar a enfermos mentales. Giubileo llegó a confesarle a su familia algo que la marcó para siempre: “Las personas desaparecían ahí adentro, pero especialmente los pacientes que tenían ojos claros”.
El 85% de los pacientes no habían sido visitados por nadie durante el último año. Eso reveló tiempo después un estudio realizado por la socióloga del Conicet Silvia Balzano. Miles de pacientes que habían pasado por la Colonia no se les registraba su alta o defunción. ¿Se hacían experimentos con los pacientes? Cuarenta años antes, el doctor Josef Mengele había hecho eso en Auschwitz.
Se abrió un sumario por las irregularidades de la Colonia, que incluían maltrato sexual hacia las enfermas. Las pacientes de Open Door habían quedado embarazadas y hubo apropiación de los recién nacidos. Muchos de los periodistas que investigaron el caso fueron amenazados. La BBC llegó a enviar a un equipo encabezado por Bruce Harris, que realizaba una investigación sobre el tráfico mundial de órganos. Más de media hora de ese documental trataba sobre la cruda realidad de la Colonia.
La repercusión fue aumentando con el paso de los días. El médico Florencio Eliseo Sánchez, director del instituto, fue detenido y llevado a la cárcel por irregularidades en su administración. Murió el 10 de julio de 1992 en el penal de Mercedes sin haber revelado ningún dato que aclarara el misterio. En sus cinco meses de cautiverio llegó a escribir "El desnudo de la inocencia. La verdad sobre la Colonia Montes de Oca".
La Colonia Neuropsiquiátrica Open Door, un asilo para enfermos mentales de régimen abierto se creó en 1915, a instancias del doctor Domingo Cabred. Los internos tenían libertad para circular libremente por el extenso predio. Incluso para entrar y salir del mismo se lo bautizó "Open Door" ("puerta abierta" en español).
Durante la investigación sobre el caso de Cecilia Giubileo, distintos grupos golpearon e intentaron secuestrar a varios de sus amigos y colegas de la Colonia. Entre ellas las enfermeras "Chichita" Realini y Mabel Tenca, las últimas personas que la vieron con vida a Cecilia.
El misterio ya tiene 36 años y nunca hubo respuestas. Por el Juzgado número 2 de Mercedes desfilaron más de mil personas y llenaron un expediente de 700 páginas. Ninguno de los jueces pudo pronunciarse. La causa prescribió en el año 2000 y nada se sabe de la médica Cecilia Giubileo.