“¡Dios mío, hay luz!”, exclamó Adel Gharbal. Un ciudadano sirio que protagonizó un hecho conmovedor. Una periodista de la CNN lo halló mientras recorría la prisión de Saydnaya, símbolo de la represión y la tortura durante la dictadura de Al Assad.
Clarissa Ward, reconocida corresponsal de esa cadena, estaba recorriendo la cárcel de Saydnaya cuando le pareció ver un movimiento debajo de una manta. Un soldado revisó y encontraron a un preso, oculto.
“¡Dios mío, hay luz!”, exclamó Adel Gharbal. Un ciudadano sirio que protagonizó un hecho conmovedor. Una periodista de la CNN lo halló mientras recorría la prisión de Saydnaya, símbolo de la represión y la tortura durante la dictadura de Al Assad.
Clarissa Ward recorría los pabellones subterráneos sucios y abandonados por la liberación de los prisioneros, cuando le pareció notar un movimiento debajo de una manta tirada en el piso. Preguntó si había alguien y como no le respondieron, un soldado que la acompañaba se acercó y al mover la manta, se levantó el prisionero gritando y levantando las manos, temeroso de que lo fusilaran.
La periodista buscaba a un norteamericano que fue detenido hace tiempo y no se sabía nada de él. En cambio, se encontró con Adel Gharbal, detenido hace tres meses, acusado de conspirador contra el régimen de Al Assad. Llevaba días sin comer ni tomar agua.
Tomó de la mano a la periodista y no la soltó más. El soldado, para demostrarle que no corría peligro de repitió varias veces: "Siria Harrá" que significa "Siria está liberada".
Clarissa Ward es una reconocida periodista de la CNN que lleva años como corresponsal internacional. Fue de las primeras en llegar a la zona de la cárcel de Saydnaya cuando se produjo su liberación. Logró captar momentos de desesperación y emoción de los familiares que lograron encontrar con vida a detenidos de los que nada supieron durante meses o años.
También registró el temor extremo de los prisioneros, que no querían dejar sus celdas porque estaban seguros que iban a asesinarlos y no que habían llegado para liberarlos.
En ese contexto, ingresó a Saydnaya acompañada por un soldado de la rebelión triunfante en Siria. Como cuenta en la nota que puede ganar el premio Pulitzer, buscaban a Austin Tice, un periodista norteamericano, detenido en ese país en 2012 y de quien nada se sabe.
Ward relataba la recorrida, acompañada por la linterna de su celular por la poca o falta total de luz en algunos lugares. Leía mensajes dejados por los presos en las paredes, intentando hallar algún punto de conexión sobre la suerte de Tice.
De pronto, entre los pasillos y pabellones, le pareció notar un movimiento debajo de una manta. Estaba tirada sobre el piso, cerca de una puerta. Clarissa le advirtió del hecho a su camarógrafo y al efectivo sirio que estaban con ella. Preguntó a viva voz si había alguien debajo de la manta, pero no hubo respuesta. Entonces el rebelde sirio, con su arma, se acercó para revisar la manta. Apena la tocó, surgió de la nada una figura humana.
Se incorporó hasta quedar sentado con los brazos en alto - como en señal de rendirse o no oponer resistencia - por temor a que lo asesinaran. El hombre armado y la periodista - en árabe y en inglés - le dijeron que no tenía nada que temer, que se tranquilizada, que era un hombre libre. El prisionero no podía creer lo que escuchaba y de pronto exclamó: "Dios mío, ¡hay luz!".
Tuvieron que repetirle varias veces que estaba seguro y que era un hombre libre. Se le acercaron con cuidado y el hombre comenzó a decir en oraciones sueltas su historia brevemente. su nombre es Adel Gharbal, vivía en el interior de Siria, en la ciudad de Homs.
Relató que lo detuvieron sin razón alguna, acusado de ser un "conspirador". Lo llevaron a tres prisiones diferentes y recaló en Saydnaya, la cárcel símbolo de la dictadura de al Assad. Durante todo ese tiempo, no supo nada de su mujer ni de sus hijos.
Comenzaron a caminar para abandonar la prisión. Gharbal tomó desde un principio la mano de la periodista de la CNN y no la soltó más. Así comenzó a sentirse más aliviado. Luego de ver la luz en el patio, luego de tres meses encerrado en una celda sin ninguna ventana o abertura, fue que emocionado, le dio un beso a Clarissa Ward y a su "libertador".
Éste la repitió a medida que avanzaban "Siria Harrá", que en árabe significa que Siria está liberada, hasta que llegó otro momento traumático y tocante: Adel pudo volver a alimentarse.
Cuando una persona pasa tiempo sin comer o con una ración mínima, no puede comer normalmente de golpe. Mucho menos ingerir muchos alimentos precipitadamente. Su organismo, adaptado para "sobrevivir", puede no resistirlo y colapsar. Eso pasó cuando los rusos liberaron a los judíos en los campos de concentración nazi y muchos de desbordaron ante la comida "normal" que no tuvieron durante años.
Lo primero que le dieron fue agua, que llevaba la propia periodista de la CNN. Pero ya en el exterior y con la presencia de la "medialuna roja" (la cruz roja en el mundo musulmán) le dieron un plato de comida. Adel comenzó a comer rápidamente, pero su estómago no lo toleró y vomitó. Tuvieron que ayudarlo para que pudiera volver a alimentarse.
Comenzó a temblar y entró en un shock durante poco tiempo, ya que llevaba mucho tiempo sin alimentarse, enclaustrado y sin ver la luz natural. Pero los médicos rápidamente lo compensaron.
Durante la dictadura de Al Assad, decenas de miles de personas desaparecieron, arrestados, torturados y asesinados en cárceles de la cual Saydnaya es su peor espejo. Para Adel Gharbal, el descenso a los infiernos ha terminado. Aún no se sabe nada de miles de personas, entre ellos, Austin Tice, a quien por buscar, se produjo la emocionante liberación de este ciudadano sirio.