Un padre removió cielo y tierra para buscar a su hija de solo 14 años. Nunca se dio por vencido a pesar de estar seguro de enfrentar una poderosa red de trata de personas.
Frank, el padre que tuvo que diesñar una estrategia para rescatar a su hija secuestrada. (Foto: Cuenta de Instagram de Gervasi)
"Nunca te voy a abandonar. Te buscaré y quiero que sepas que te encontraré". Ese fue el mensaje que lanzó abiertamente Frank Gervasi. Es el padre de una adolescente de 14 años que de pronto, sin explicación alguna desapareció. Vivían en Patchogue, un barrio de Suffolk, en Nueva York.
La última vez que vio a su hija fue el 9 de diciembre de 2024, en lo que parecía otro día rutinario. Pero no fue así, no volvió a verla y tuvo que comenzar una desesperada búsqueda, casi en solitario. El padre encontró a su hija, desaparecida durante casi un mes, luego de recibir un llamado anónimo que le dio pistas sobre dónde podría estar.Con una fuerte sospecha sobre quién pudo apoderarse de la joven Emmarae, diseñó una estrategia para poder recuperarla.
Su hija de 14 años había pasado un día tranquilo, según su padre Frank. Había llovido toda la jornada. Estaba en su casa, descalza y sin abrigo. Afuera, la temperatura era de apenas 5 grados Celsius. Tocaron a la puerta y ella salío así como estaba. Llegó hasta un auto que estaba en la calle y ya no volvió a verla. Frank, al ver que estaba vestida de entrecasa se dio cuenta de que algo malo había sucedido. No llegó a verlo, pero dedujo que cuando Emmarae se acercó - tal vez como para recibir una entrega a domicilio - la empujaron dentro del vehículo y huyeron. Estaba seguro de que se trató de un secuestro para trata de personas.
Entonces pensó una estrategia desesperada para intentar recuperar a su hija lo más rápido posible. Y de nuevo, las redes sociales fueron fundamentales, esta vez para una buena causa. Tomó una foto de su hija y grabó un mensaje que replicó por cuanta red social pudo. Describía como era ella, sus medidas, su nombre y pedía que por favor lo llamaran a él o a la policía por cualquier dato que pudieran tener.
Así pasaron unos días sin ningún tipo de respuesta.Tampoco un llamado pidiendo rescare. Frank, que confiaba plenamente en su hija descartó de plano que hubiese huido del hogar. La habían secuestrado y así la mantenían. Como no exigian un rescate, era un caso de trata.
Un día, en una estación de servicio, una persona lo reconoció: "usted es el que está buscando a su hija", le dijo. Pero no pudo ofrecer ningún dato. Aunque sin proponerselo, esa persona que lo reconoció por el mensaje en las redes, le dio el paso siguiente para su plan, que sería fundamental.
Tomó una de las fotos más recientes de Emmarae y grabó el siguiente mensaje: " Si pueden reconocer mi cara al verme,entonces tienen que reconocer el rostro de mi hija. ¡Llámenme!", terminaba el nuevo envío por las redes. Incluso ofreció una recompensa de 15.000 dólares.
Tuvo que esperar otros días hasta que un llamado precipitó la resolución del paradero de su hija. Una llamada de una mujer le advirtió que su hija adolescente podría estar atrapada a chica podría estar en un yate, cerca de White Cap Fish Market & Seafood Restaurant, un local ubicado en el barrio de Islip, en Long Island, en el puerto frente a la ciudad de Nueva York.
Frank no perdió tiempo y manejó los 45 minutos que lo separaban del lugar. Su casa en Suffolk y el lugar señalado por la voz en el teléfono están en la propia Long Island. El padre llegó y con mucha prudencia comenzó a recorrer por donde estaban amarrados los yates. En uno de ellos, por fin,encontró a su hija, en perfecto estado de salud.
Emmarae estaba sola. Se presume que huyeron, porque la adolescente contó que jamás la dejaron sola. El rescate se produjo el 3 de enero. Llegaba a su fin un infierno familiar de 26 días.
Con orgullo y al mismo tiempo ofuscado le hizo esa revelación al New York Post. Pese a estar en contacto con las autoridades, en el momento del feliz desenlace, estaba solo para rescatar a su hija en el puerto de Long Island. Aseguró que se trató de una opeeración de trata de personas. "Es un gran problema en el mundo y está presente en Long Island.
Hago un llamado a todas las familias para que estén atentas a sus hijos. Esta gente (los captores) son depredadores y nada les importa nada”, le dijo Frank a los periodistas. Un padre que recuperó la felicidad.