Uno de esos momentos ocurrió durante el velatorio del Papa Francisco en la Basílica de San Pedro, cuando la monja Geneviève Jeanningros, tiene 81 años, es monja perteneciente a la orden de las "Hermanitas de Jesús". Se transformó en un puente clave para facilitar los encuentros del Pontífice con líderes de derechos humanos y con una comunidad de mujeres trans que vivían en las afueras de Roma. Francisco no solo las recibía en diversas ocasiones, sino que también las invitaba a almorzar y brindaba apoyo económico.
Además, su historia se vincula con los episodios más negros de la Argentina. Es la sobrina de Leonie Duquet, la monja quien junto a Alice Anne Domon fueron "marcadas" por el represor Alfredo Astiz, quien se infiltró en el grupo que se reunía en la dictadura en la iglesia de la Santa Cruz. Ambas religiosas fueron lanzadas al agua en los abominables "vuelos de la muerte" de la dictadura militar.
la monja que rompio el protocolo en San Pedro. .jpg
Sor Genevieve, llora en el velatorio del Papa Francisco. Su imagen dio la vuelta al mundo. (foto: Captura de TV)
Una monja que obligó a romper el protocolo del funeral de Francisco
La televisión que lleva al mundo el velatorio al papa Francisco en la basílica de San Pedro tuvo un momento tan inesperado como conmovedor. En un momento se vio a una religiosa llegar cerca del cordón que se mantiene en torno al cuerpo del papa argentino. En ese momento, la guardia Suiza no hizo ningún movimiento. Enseguida, apareció un hombre de traje, que le hizo una seña para que llegara lo más cerca posible al ataúd con los restos de Francisco.
La monja se acercó y permaneció unos momentos en un lugar destacado y seguido en todo el mundo por la televisión. Luego se alejó, tan sigilosamente y en silencio como había llegado. De inmediato surgió la necesidad de conocer la identidad de la mujer que "vulneró" la seguridad en este momento tan especial, pero que lo hizo sin que nadie ofreciera resistencia, al contrario.
Se trata, nada menos, de Geneviève Jeanningros, una monja cuya historia está marcada por la sensibilidad y el compromiso con la justicia. Con este acto de este miércoles, pasó a ser un símbolo de humanidad en medio de un evento solemne, como es el último adiós a un Papa. Dedicó su vida a ayudar a los demás, especialmente a mujeres trans y excluidos. Así conoció a Francisco, quien solía recibirla en el Vaticano con sus grupos de personas a las que protegía. Tal era su tesón y entusiasmo que el Papa le puso un sobrenombre muy especial: “L’enfant terrible ”
Lo que le dio la significación mundial no fue solo su presencia en el velatorio y llegar tan cerca de los restos de Francisco, sino su acto espontáneo de llorar y, así, rompió el protocolo de seguridad que rodeaba el lugar.
francisco y la monja que rompio el protocolo.jpg
Sor Geneviève y el papa Francisco, una amistad en la lucha contra la discriminación y las dificultades. (Foto: Gentileza VT)
L'enfant terrible y las monjas desaparecidas en la dictadura militar
Lo que hace aún más conmovedor esta historia es la conexión familiar de Geneviève. Era sobrina de la monja Léonie Duquet, una figura que dejó una huella imborrable en la historia argentina. Duquet fue una de las víctimas de la dictadura militar en Argentina, desaparecida en un contexto de represión y violencia que marcó a toda una generación. La historia de Léonie es conocida por su valentía y compromiso con los derechos humanos, y su desaparición fue un símbolo de la brutalidad del régimen militar.
Domon y Duquet.jpg
Léonie Henriette Duquet y Alice Domón , las monjas arrojadas al agua en los "vuelos de la muerte" de la dictadura. (Foto: Archivo)
La relación entre Geneviève y Léonie no solo añade una capa de profundidad emocional a su acto en el velatorio, sino que también refleja la continuidad de una lucha por la justicia y la dignidad humana. La memoria de Léonie Duquet, que marcó a su sobrina, seguramente influyó en la sensibilidad y en la forma en que Geneviève enfrentó ese momento de dolor en San Pedro. Sus historias, mujeres religiosas y vinculadas con los desposeídos, está entrelazada por un compromiso común con la justicia, la fe y la humanidad.
El acto de Geneviève, llorando y rompiendo el protocolo, se puede interpretar como una expresión de su profundo respeto y amor por el Papa Francisco. También como la continuidad de dos monjas - tía y sobrina - que consagraron su vida para luchar contra las injusticias, en defensa de la igualdad.
Su historia está ligada con un pasado difícil, durísimo, de los años de plomo en la Argentina. La lucha por los derechos humanos y la justicia social fue tan peligrosa que muchas veces terminó en secuestros, desapariciones, torturas y muerte. Como sucedió con Leonie Duquet y Alice Anne Domon.
El 29 de agosto de 2005 un informe señaló que uno de los cadáveres que habían aparecido en 1977 en la costa de la Provincia de Buenos Aires (enterrado como NN pertenecía a Leonie Duquet). Fue víctima de uno de los llamados “vuelos de la muerte”, en los que la arrojaron al Río de la Plata, miembros de la dictadura militar argentina.
Alice Domon permanece desaparecida. La presencia de Geneviève en el velatorio del Papa Francisco, y su llanto emotivo, es un homenaje al pasado más duro de nuestro país y también a los valores que encarnó el papa argentino.