Hasta que su cuerpo fue desintegrado por estar expuesto a la dosis más alta de radiación nuclear de la historia, Hisashi Ouchi vivió una vida tranquila.
Hasta que su cuerpo fue desintegrado por estar expuesto a la dosis más alta de radiación nuclear de la historia, Hisashi Ouchi vivió una vida tranquila.
El 30 de septiembre de 1999 en Tokaimura, Japón, comenzó una tragedia a las 10.30 de la mañana que afectó la vida de tres trabajadores de la planta de una fábrica de combustible nuclear de la empresa JCO (Compañía de Conversión de Combustibles Nucleares de Japón).
Para tener todo controlado y evaluar daños, las autoridades evacuaron a más de 300.000 personas de las zonas más cercanas. Para poner en contexto, el accidente nuclear de Tokaimura fue el cuarto episodio nuclear más grave de la historia, después de los de Three Mile Island (EE.UU.), el desastre nuclear de Chernóbil (actual Ucrania, ex Unión Soviética) y el de Fukushima, también en Japón.
Hisashi Ouchi y Masato Shinohara eran dos operarios que estaban vertiendo una solución de óxido de uranio en ácido nítrico en un tanque de sedimentación. Por norma general, las medidas de prevención de riesgos laborales obligaba a no usar recipientes que pudieran contener una medida mayor de 2,3 kilogramos de material. Ellos usaron baldes y llegaron a aplicar 16 Kg de uranio.
La cantidad era desmedida y la reacción en cadena de la fisión nuclear se volvió autosuficiente, emitiendo una gran radiación gamma y de neutrones. Hisashi Ouchi se encontraba junto al tanque y Masato Shinohara estaba junto a una plataforma. Un tercer empleado, Yokokawa, estaba tranquilo en su escritorio a unos cuatro metros de la zona. Un destello azul hizo sonar las alarmas de radiación gamma. Los dos técnicos no tardaron en sentir dolores, náuseas, dificultad para respirar y otros graves problemas de salud.
Aunque los operarios lograron parar la reacción tras 20 horas, ya era demasiado tarde. La radiación a la que habían estado expuestos fue letal. Se llegaron a alcanzar niveles de hasta 15.000 veces el límite de lo permitido para la vida.
Se estima que Ouchi fue la persona expuesta a la mayor cantidad de radiación en la historia: entre 10.000 y 20.000 milisieverts. ¿Qué significa milisievert? Es la unidad de medida de los efectos y daños causados por la radiación ionizante en un organismo. El umbral de seguridad máximo de los niveles de radioactividad es de 50 milisieverts.
Cuando llegó al hospital, Hisashi Ouchi tenía la piel roja e hinchada de la exposición. Sin embargo, parecía no presentar más síntomas. Pero los médicos analizaron sus cromosomas y descubrieron que no pudieron regenerar ninguna de las células de su cuerpo. También había reducido a 0 sus glóbulos blancos. Ouchi había recibido la misma dosis de radiación que la emitida en el epicentro de la bomba atómica de Hiroshima.
Ouchi se convirtió en el ser humano que estuvo expuesto al más alto grado de radiación en toda la historia. Y esa enorme radiactividad lo mató en apenas tres meses..
Luego de una semana en el hospital y pese a recibir un trasplante de células periféricas por parte de su hermana para intentar recuperar su sistema inmune, Ouchi comenzó a mostrar signos significativos de enfermedad por radiación.
Su piel comenzó a desprenderse y no podía regenerarse. Y no solo eso, las dificultades para respirar continuaban, como también le continuaban los dolores que lo hicieron mantenerse en coma inducido. A los 18 días se descubrió que la radiación estaba matando también las células trasplantadas.
El deterioro comenzaba a hacerse visible y su cuerpo se iba desintegrando.
Después de 27 días comenzaron también a deteriorarse otras partes del cuerpo de Ouchi. Por ejemplo, sus intestinos no paraban de sangrar por diversas hemorragias. Llegó a necesitar hasta 10 transfusiones de sangre al día, perdiendo además otros líquidos corporales (hasta 10 litros al día) a través de la piel inexistente. Para evitarlo, los médicos tuvieron que envolverlo con gasas. Pero también llegó a sangrar por los ojos.
"Lloraba de sangre", comentó su esposa cuando se acercó a verlo.
En un intento desesperado, los médicos intentaron colocarle piel artificial, pero los músculos también comenzaron a desprenderse del hueso. En un momento, Ouchi les suplicó a los médicos que se detuvieran y que dejaran de tocarlo. "No puedo soportar más el dolor", alcanzó a decir.
Tras 59 días en el hospital, su corazón se detuvo 3 veces en un espacio de tiempo de 49 minutos. Lo que terminó por dañar su cerebro y sus riñones. Se lo mantuvo con vida artificialmente por medio de máquinas externas.
Después de 83 días en el hospital, Ouchi murió de un fallo multiorgánico el 21 de diciembre. Su compañero Shinohara pudo vivir cuatro meses más, pero también murió de un fallo multiorgánico. El tercer empleado, que se encontraba a unos metros el día de la tragedia, pudo ser dado de alta luego de seis meses.