"Voy a agregar a un tercer jugador, Pelé. Son los tres que yo más he seguido", respondió el Papa, honrando al astro brasileño. Y enseguida profundizó sobre Maradona: “Fue un grande, pero como hombre falló. El pobre hombre resbaló con lo que lo alababan y no lo ayudaban. Vino a verme aquí en el primer año del pontificado y luego el pobre hombre tuvo su final. Es curioso, tantos deportistas terminan mal. En el boxeo, muchos terminan mal. Eso es curioso”.
Sobre Lionel Messi, fue breve pero claro: “Messi es correctísimo, un señor”. Sin embargo, no dejó dudas sobre a quién admiraba más profundamente. “Pero, para mí, de estos tres, el gran señor es Pelé”, afirmó.
El recuerdo de O Rei lo conectó también con un momento personal: “Una vez lo encontré en un avión cuando iba a Buenos Aires. Habíamos hablado. Un hombre de una humanidad tan grande... Pero los tres son los grandes”, sentenció.
Hoy el mundo lo despide no solo como líder espiritual, sino como una figura que supo usar al deporte como lenguaje de encuentro. Francisco no fue indiferente a la pelota: la entendió como símbolo cultural, espejo social y puente entre pueblos.