El futbolista de 31 años no esquivó su pasado y se mostró reflexivo y autocrítico: “Me considero una buena persona. Si le erré, le erré por mí. Le perdí el tacto a un montón de cosas. No le encontraba el sentido a la vida, y estaba a la vuelta de mis ojos”.
Desde su llegada a Bolivia, Centurión encontró en Oriente Petrolero una nueva oportunidad. “La dirigencia me vino a buscar de verdad, eso me motivó para trabajar otra vez de esto, que es lo más lindo”, explicó.
También habló de su deseo de mejorar en lo personal: “No reniego de mis facetas anteriores. Sí quiero ser más completo en la vida, como padre, como tío, como lo que me toca ser. Quiero equilibrar las dos cosas, lo futbolístico y la vida”.
El cierre de sus declaraciones fue tan crudo como esperanzador: “Me equivoqué mal, pero es algo que se puede revertir. No me había olvidado, un jugador nunca se olvida, pero sí me había olvidado de la vida dentro del fútbol”.
Centurión vuelve a empezar. El fútbol, una vez más, se convierte en su refugio. Y esta vez, también en su impulso para sanar.